Tuesday 13 April 2010

Bibliotecas en Auschwitz

 Na segunda guerra mundial, no medio do horror da tolemia nazi, moitos xudeus consumaron un poderoso acto de resistencia. Continuaron lendo. Ocultaron os libros prohibidos que se distribuían entre si. Tamén, nalgúns casos, aquelas obras fluían, como na coñecida novela de Bradbury Farenheit 451, de boca en boca, a través do recitado e o poder da memoria. O ensaísta arxentino Alberto Manguel, a partir dun feito persoal, inicia unha incursión por aquel acontecemento extraordinario, non moitas veces atendido polos historiadores: as bibliotecas ambulantes que sobreviviron no espanto dos campos de concentración como unha afirmación decidida da esperanza. Un símbolo que agroma, do ventre doloroso da historia, do valor dos homes e mulleres que, ata o último momento, loitaron pola súa dignidade
A partir dun libro litúrxico xudeu atopado no mercado de pulgas de Berlín, o ensaísta arxentino Alberto Manguel remonta o circuíto segredo dos libros nos campos de exterminio nazi.

Algúns fragmentos do seu ensaio.

La pequeña biblioteca de Auschwitz: La lectura en las barracas (para ler o texto completo) 
Alberto Manguel

  • Desde la emblemática quema de libros llevada a cabo en una plaza de Unter en Linden, frente a la Universidad de Berlín, en la noche del 10 de mayo de 1933, los libros se convirtieron en un blanco específico de los nazis. Menos de cinco meses después de que Hitler se convirtiera en canciller, el nuevo ministro de Propaganda del Reich, el doctor Paul Joseph Goebbels, declaró que la quema pública de autores como Heinrich Mann, Stefan Zweig, Freud, Zola, Proust, Gide, Helen Keller, H.G. Wells le permitía "al alma del pueblo alemán volver a expresarse. Esas llamas no sólo iluminan el punto final de una era pasada; también echan luz sobre la nueva".
  • Cientos de bibliotecas judías en toda Europa fueron quemadas, tanto colecciones personales como tesoros públicos. Un enviado nazi alegremente informó sobre la destrucción de la famosa biblioteca del Lublin Yeshiva en 1939: "Para nosotros fue una cuestión de especial orgullo destruir la Academia Talmúdica, conocida como la más grande de Polonia. Arrojamos la inmensa biblioteca talmúdica fuera del edificio y llevamos los libros al mercado, donde les prendimos fuego. El fuego duró veinte horas. Los judíos de Lublin se reunieron alrededor y lloraban con amargura, casi acallándonos con sus lamentos. Convocamos a la banda militar y, con gritos vivaces, los soldados ahogaron el ruido de los gritos judíos".
  • Ocho o diez libros conformaban la colección física de la Biblioteca Infantil de Birkenau, pero había otros que sólo circulaban de boca en boca. Cuando lograban evitar la vigilancia, los consejeros recitaban a los niños libros que ellos mismos habían aprendido de memoria en otros tiempos, turnándose para que diferentes consejeros "leyeran" a diferentes niños cada vez: esta rotación se conocía como "intercambio de libros en la biblioteca".
  • En el campo de concentración de Bergen-Belsen circulaba entre los prisioneros una copia de La montaña mágica, de Thomas Mann; un niño recordó los minutos que le asignaban para tener el libro en sus manos como "uno de los mejores momentos del día, cuando alguien me lo pasaba. Iba a un rincón para estar tranquilo y luego tenía una hora para leerlo". Un joven lector polaco, recordando los días de miedo y abatimiento, dijo: "El libro era mi mejor amigo, nunca me traicionaba; me reconfortaba en mi desesperación; me decía que no estaba solo". Es difícil entender cómo los gestos humanos de la vida diaria continuaban aún cuando la vida diaria en sí se había vuelto inhumana; cómo en medio del hambre y la enfermedad, los golpes y la carnicería, hombres y mujeres persisten en rituales civilizados de curiosidad y ternura, inventando estratagemas de supervivencia en pos de un pedacito de algo amado, por un libro rescatado entre miles, un lector entre decenas de miles, por una voz que repetirá hasta el fin de los tiempos las palabras del sirviente de Job. "Y soy el único que escapó sólo para contarles."
  • A lo largo de la historia, la biblioteca del vencedor se erige como un emblema del poder, depositaria de la versión oficial, pero la versión que nos obsesiona es siempre la otra, la voz de las cenizas. La biblioteca de la víctima es la que constantemente formula las preguntas: ¿Cómo es posible? ¿Y qué puede conseguirse con la lectura mientras los libros se consumen entre las llamas? Mi libro de oraciones pertenece a esa biblioteca cuestionadora.

Fragmento de La biblioteca de noche, ensaio de A. Manguel

Fonte Utopia

Deixámosvos tamén estas desoladoras imaxes dunha biblioteca soviética abandonada. Fonte English Russia

2 comments:

adelaida said...

Que nunca se volva a repetir unha desgracia coma esta. Bicos dende Belesar.

MESTURAS said...

Sí é certo. Haberá que mercar ese "Bibliotecas de noche". Ten unha pinta excelente....

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